-Che... lo de tu barba... ¿qué onda?
-¿Qué onda qué?
-Está larga, ¿viste?
-Sí. Vi. ¿Y?
-Y nada. Me pincha cuando me das un beso.
-¿De qué hablás, bobo? ¿Vos sabés que vos sos yo, no? ¿Cuándo me doy un beso a mí mismo?
-¡Ja! ¡Te agarré! El comentario de la barba era simplemente una excusa para llegar al verdadero punto: ya no me das bola.
-¿Será posible? Siempre vos con tus planteos raros...
-¡Insensible! ¡Y barbudo!
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