Diagnóstico apresurado

Fui a la panadería y tuve la siguiente charla con el de la caja:
-Me gusta que aunque tengas la calculadora ahí nomás, hagas la cuenta con papel y lápiz. 
-Ah, sí. Me encanta a mí. Para ejercitar el cerebro. Siempre me gustó hacer las cuentas. Mis hijos van directo al celular... Pero yo no. Además, leí en internet que sirve para todo el tema éste del Alzheimer... Hacés laburar la cabeza. Y yo qué sé... Así que sí: hago las sumas y eso con lápiz y papel siempre. 
-Genial. ¡Bien vos! Bueno... Nos vemos... Pasarla bien. Ah... Pará... Me olvidaba de comprar leche...
-¡Ja! Ahí tenés... Es lo que yo te digo...

Juegos peligrosos

Hoy de tarde fui a cobrar un par de trabajos y en una me tocó ir de Carrasco a Pocitos. Como el día estaba lindo, agarré por la rambla. Pero como resultó largo, estaba aburrido y llevaba cheques conmigo, me inventé una diversión un tanto extraña: hacerme creer que me estaban persiguiendo. Tá... Lo sé... Diversión, lo que se dice diversión, no era necesariamente... Pero no importa. Resultó efectivo. Era un inocente juego cinematográfico. Todos los autos me iban pasando, así que no era tan fácil hacerlo medianamente verosímil. O sea... ¿Quién sigue a alguien desde adelante? En fin... En un momento, diviso un auto blanco y lo elijo como mi perseguidor. Durante varias cuadras fue detrás mío, así que el viaje se hizo más adrenalínico por un buen rato. Me fui imaginando rutas alternativas que me sirvieran de vías de escape y todo, siempre observando por el espejo retrovisor que efectivamente siguiera tras mis pasos. O bueno... Tras mis llantas... ¡Qué bien la estaba pasando! ¡Alguien se enteró que había cobrado y me perseguía! Calma: sabía que no, pero... ¡Estaba en una auténtica persecución de autos! Eso sí: respetando los semáforos. Ah, sí... Muy lindo lo imaginado, pero tampoco la pavada. En una roja, yo frené y el auto blanco se posicionó bastante cerca. Atrás siempre, pero muy pegado. Decidí ponerle cara a mi perseguidor y lo miré detenidamente a los ojos por el espejo. Mamita... ¡Era igual a Alejandro Fiore! Piré con que me estaban haciendo una simulación y que Santos me pediría fuego cuando bajara del auto en mi siguente destino. Obviamente, tiré mi encendedor a la mierda y doblé en la primera calle que pude. Mañana iré a cobrar lo que me faltó...

Charla conmigo

-¡¡¡Tito Losavio!!!
-¿Qué?
-Me acordé: Tito Losavio. 
-¿De qué hablás?
-¿Vos hoy no te despertaste con una canción de Man Ray en la cabeza?
-Sí... ¿Y?
-¡Y me acordé! ¡Tito Losavio!
-Cada vez se me hace más difícil entenderte...
-Hilda Lizarazu y Tito Losavio...
-¡Dejá de decir Tito Losavio por favor!
-Desde hoy de mañana no me salía en nombre de él... ¿No estás contento ahora?
-Ponele...
-Horas pensando... Tratando de recordarlo... Y sin ayuda... ¡Yo solito! ¡Tomá, Google! ¡Es para vos, Wikipedia! ¡Chupala, Encarta!
-Estás muy mal, ¿sabés?
-Sí, sí. Como vos digas... Pero ya vas a venir con el caballo cansado cuando quieras acordarte de los nombres de los de Amistades peligrosas...
-¿Por qué carajo querría saber yo los nombres de...? Dejá... Olvidate.. 

Ya le comunico

Cuando llamo a alguna empresa y pido por alguien, inevitablemente me preguntan "¿de dónde se comunica?". Mi respuesta es "de mi casa". Debería cambiarla porque me resulta poco seria. Pero tá... A mí me preguntan y yo respondo...

Permeable

Pisé una baldosa floja, me empapé y maldije a mi suerte. A los pocos minutos, volví sobre mis pasos y nuevamente la pisé. Sí. La misma baldosa floja y la misma consecuencia. Pero esta vez, congratulé a mi puntería.

Habituación

Llamé a la Biblioteca Nacional para asesorarme sobre la publicación de mi libro y hablé con una persona que hizo referencia al mismo diciendo "el coso". Yo qué sé... Puedo entender que haga años que trabaje ahí y que por estar rodeada de libros/cosos haya perdido cierta sensibilidad, pero igualmente hirió la mía.