Charla conmigo

-Hola.

-Apa apa apa… Mirá quién anda por acá…

-Jeje. Soy yo, tontín. ¿Todo bien?

-Acá. Perfecto. ¿Vos?

-Perfecto también.

-Qué bueno. Me alegro, che.

-…

-…

-Bueno…

-…

-Yo me voy yendo…

-¿?

-Sí. Me voy. Yo qué sé…

-Bueno. Chau.

-Chau.

No quiero dormir

Me estoy muriendo del sueño. Pero tá. No me importa. No quiero irme a dormir. Me embola. Quiero seguir pensando, recordando, imaginando. No quiero dormir y eventualmente soñar. ¿Para qué? Estoy soñando despierto. Tampoco es que lo maneje a este sueño, ¿pero quiero manejarlo? Lo estoy viviendo, y es perfecto así. Posta. Estoy soñando despierto.

Divertite sola entonces

Esa vez decidí conquistarla sin decir palabra alguna. La idea inicial no se basaba en la indiferencia, pero sobre la marcha descubrí que en verdad era una excelente estrategia. Funcionó a la perfección. O ni tanto.

Yo, un galán a la vieja usanza, estaba parado mirándola con un aire de superioridad. Ella perdida, haciéndose la distraída, al divisarme se encamina hacia mí. A diferencia de veces anteriores, dominé mis nervios. La estrategia era perfecta, y mi plan de acción infalible. Ella acercándose segura. Yo, fingiendo desinterés. “Hablame”, le pedía en silencio. “Ojalá que me dé bola”, parecía desear ella. O ni tanto.

Como sea, llegó ese momento. Cuando quise darme cuenta, ella ya estaba parada justo frente a mí, casi tan cerca como para intercambiar nuestros alientos. Abrió la boca para seducirme y preguntó dulcemente: “Perdoná… ¿Sabés cuál bondi me sirve para ir a Pagola y Berro?”. Lo dijo de tal forma que yo no pude resistir. A la mierda todo mi plan de conquista silencioso.

“Pah… Ni idea. No soy de acá…”, atiné torpemente a responderle. Igual me consuela saber que ella no era para mí. Me hizo una mueca de decepción y rápidamente se dirigió a otro hombre. Ni dos segundos le tomó olvidarme. No puedo explicar mi satisfacción al escuchar que él le respondía negativamente la pregunta. ¡¡Tomá, puta!! ¡¡Minga vas a llegar a Pagola y Berro!!

No lo hagan en sus casas

¿Mis almohadas son grandes o las fundas que tengo son chicas? Nunca le encontré respuesta a esta doble pregunta. En verdad, aunque la hubiera encontrado, no importaba tanto. El hecho es que cada vez que me acuesto tengo que estirar la funda intentando que tape toda la almohada, buscando no tener contacto con el polifón. ¿Y qué pasa cada mañana? Encuentro la funda cubriendo sólo la mitad de la puta almohada.

Ahora estoy medio en pedo, pero igual encaré. Recordé que hoy mandé ropa a lavar a Burbujitas* y que entre las cosas que llevé, se encontraban las sábanas que estaban en la cama. O sea: me di cuenta que iba a seguir tomando y moriría del pedo, pero me detuve en el detalle de que dormiría sobre el colchón. Así que recontra encaré y fui y le puse sábanas a la cama. Y cuando estaba por ponerle las fundas a la almohada, me pregunto “¿y si corto las almohadas?”. Mi respuesta a mi pregunta fue positiva, y para peor, muy entusiasta. Es un tanto patético el cuento, así que resumo en que ahora estoy haciendo una pausa para volver a agarrar la tijera e intentar terminara de cortar la primer puta almohada de polifón. ¡¡Odio el polifón!! ¡¡Y para peor, no sé ni cómo se escribe!!


* ¡¡Sí!! ¡¡El lavadero de la ropa sucia con olor a limpio!!


¿No viste que me calcé los auriculares?

-Hola. Buen día. A Convención y 18, por favor. ¿Algún camino preferido? No. El que sea más rápido.

Y tá. Después al bajarme te diré gracias. A lo sumo me quejaré de que no tengas cambio de 500. Pero nada más. No quiero charlar con vos. Y ojo. No es personal. Me levanté tardísimo, y entre las cosas que más me embola de eso, es tener que tomarme un taxi. No es tu culpa, pero hay señales, cosas que podés ver. ¿Acaso mi cara no es lo bastante evidente? No tengo ganas de hablar con vos. Es de mañana, y en verdad, no tengo ganas de hablar con nadie. Y ojo. Yo no soy de esos que cuando se despiertan ya arrancan con mal humor. Para nada. Pero cuando me levanto tarde, quiero empezar el día ya. ¿Y sabés qué? Vos no formás parte de mi día. En el 187 nadie me habla. Y vos sin embargo, estás empeñado en sacar charla. Del clima, del tránsito, de los que piden en las esquinas. ¡De todo!

No me importa en lo más mínimo lo que te gusta de la morocha a la que dejaste cruzar sólo para verle el orto. No me voy a reír con tu comentario. Llevame a 18 y Convención. Nada más. Eso fue lo que te pedí al subirme. No te pedí que me enseñaras piropos que me dan vergüenza ajena. No te pedí ver que machito sos insultando al de adelante, que va lento. O al otro, que no puso señalero para doblar. No te escucho. Voy con mi iPod. No me molestes. No me hagas sacar el auricular para ver si me preguntaste si agarrabas por Paraguay y doblabas en La Paz. No me preguntaste eso. Agarraste por donde se te cantaron las bolas, y resultó ser el viaje de mi casa a la agencia más caro de mi vida. Y todo bien. Pero no me jodas. ¡¡Llevame a la agencia de una puta vez!! ¡¡Y no!! ¡¡No tengo un billete más chico!!

Miti y miti

Me he convertido en un alcohólico. No me enorgullece, pero así es. Dicen que el primer paso para solucionar un problema es saber identificarlo. Y yo lo asumo. Soy un maldito alcohólico. En las últimas semanas, casi que no hay un día que no haya tomado alcohol. Para peor, soy un alcohólico que no sabe tomar. “Qué lindo está para tomarse una cervecita”, me digo. ¿Y qué hago? Me bajo un litro entero. Acto seguido, me duermo. ¿Me querés decir para qué carajo me empedé? No disfruto mi estado.

Igual, la razón de este post no es la cerveza necesariamente. Escribo esto porque se me acaba de terminar mi trago: mitad de whisky, mitad de grappamiel y tres cubitos de hielo. Se evaporó. El vaso estaría agujereado. No sé. Recuerdo que me volqué sobre el buzo, pero no tanto. La cosa es que estoy con un colorcito que está buenísimo. Y escribo. No sé sobre qué. Creo que sobre mi alcoholismo.

Xuxo me enseñó este trago. Y es letal. Con un puto vaso ya estoy. Económico dentro de todo, pero letal. Hoy, ese vaso me lo preparé a las 20:57, minutos más, minutos menos. Y ya no existe. Son las 21:23, y ya no tengo más. Y todavía no comí. Y no tengo ganas de irme a dormir. Tengo pila de sueño acumulado, pero ni en pedo me voy a ir acostar. Jaja. Ni en pedo… Ningún ningún. Aprovecharé este estado. Escribiré en Grageas. Pediré comida y destaparé una cervecita. Una de litro, obvio. ¡¡Arriba!!