Preguntas que a veces me hago

¿Por qué mierda me enganché con la serie Dr. House? Soy tan cagón que me la paso tapando los ojos...

Charla conmigo

-Disculpá... ¿estás en pedo?
-No. Nada que ver.
-No me mientas...
-Bueno... Yo qué sé... Capaz que sí...
-Qué boludo...
-¡Puede que nunca haya aprendido el tema de las medidas!
-Y pensar que fuiste barman una noche... ¿Te acordás? En La muralla... ¡Gran noche!
-¡Justamente! Apliqué lo aprendido: con el whisky, contar hasta ocho.
-¿Rapidito o en plan segundos?
-No, no. Rápido. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Listo.
-¡Ja! ¡Te salteaste el cinco! ¡Te agarré! Estás en pedo.
-No, boludo. Vos estás en pedo. ¡Dije todos los números!
-Bueno... Sí... Tal vez... ¡Pero porque vos me empedazte!

ELEmentaL

Recién acabo de sentir una mínima pero significativa explosión con sabor a menta en mi boca. Y más allá de lo publicitario que puede sonar, fue efectivamente lo que pasó. Me desconcertó y me costó un minutito darme cuenta de qué se trataba, ya que estaba comiendo una galletita sabor a miel en ese momento. O sea: no tenía por qué pasar algo así. Me fijé por las dudas en los ingredientes, pero obviamente no había indicio alguno de menta. Tal vez algún aromatizante, pero no. O sí. No sé. A tanto no llegó mi investigación. Y ahí me di cuenta... Resulta que hace un par de horas ya que me había deshecho de un chicle que mastiqué durante un buen rato. De esos que tienen las mini pelotitas... Tá. Eso. Felicitaciones. Ustedes resolvieron el caso más rápido que yo.

Brindando con extraños

Acabo de caminar un par de cuadras en busca de una cerveza. Volviendo con ella en la mano, me crucé con un señor sentado afuera de un bar, tomando algo que se parecía a vino. Sin preámbulos, me preguntó si estaba fría. Le contesté que casi helada, como se debe tomar. Le pregunté por su bebida. Me respondió que estaba espectacular. Él río. Yo reí. No hubo chiste, pero sí una linda sensación de sentirme muy a gusto en mi barrio.

Mi amigo el contador

Siempre me llamó la atención la gente que dice "mi abogado". No sé... ¿En qué andás como para justificar tener uno? Yo qué sé... Yo si por alguna razón necesito, saldré a buscar. Pero no tengo uno. Lo que me generaba mayor intriga de esta gente que sí, es que lo decían con cierto orgullo. Onda: soy tan importante que tengo uno. ¿Importante? Ponele... La cosa es que ahora, en esta nueva etapa laboral que estoy encarando, acabo de descubrir que pasé a tener un contador. No creo que le diga "mi contador" nunca, pero tá. Pasé a ser importante. Ponele...

Corte corto

Hablando con un amigo por teléfono, me relata en tiempo real que se quedó sin luz en la casa. Me pone al tanto de cómo está la cosa en el barrio y me comenta que aquello es una oscuridad seria. Busca velas sin éxito y lo escucho golpearse con distintos muebles. Él lo niega, pero me divierte pensar que me miente. Hablamos de lo dependientes que nos hicimos de la energía eléctrica, recordamos épocas en las que los apagones eran más frecuentes y divagamos con la posibilidad de que nunca más volviera a tener electricidad. Le sugerí que cortáramos y llamara a UTE para hacer el reclamo. Me comenta que seguramente ya algún otro afectado lo habría hecho. Nos detuvimos en que sería re loco que todos pensaran lo mismo, y que en verdad nadie haya llamado. Al borde de ponernos a hablar de probabilidades, volvió la luz. Al fin y al cabo, fue tan breve que pasó a ser el apagón más aburrido de la historia. Casi tanto como esta gragea.

;)

Ayer estuve charlando con la que seguramente sea la más fanática de este blog. Pobre... ¡Y no era familiar! No, no. ¡Increíble! Citó viejas grageas y me sorprendió. En verdad, casi que me asustó un poco, porque tenían años de publicadas y eran intrascendentes. Bah... Como todas... En fin. Luego me preguntó si estaba solo. Y tá... Por ahí anduvo la cosa... Ok... Faltan algunos datos y momentos de la charla, pero estos alcanzan para dejarme como un ganador. Ponele.

Sigmund Cioli

Mi psicólogo me dijo que tenía otra paciente que calzaría perfecto conmigo. Entre risas, vimos la posibilidad de que nos citara a la misma hora y nos hiciera cruzar en la sala de espera, y hasta divagamos con hacer una sesión de terapia de pre-pareja. "Jaja" por acá, "jaja" por allá. Pero al irme de ahí me quedé pensando. ¿Qué tan bien estaría eso? Esa pregunta tiene al menos dos respuestas, dependiendo desde dónde se haga. A un nivel ético y/o profesional estaría muy mal, creo yo. Pero a un nivel "cupidesco" sería perfecto, casi. A ver... ¿Qué mejor formador de parejas que un psicólogo? No quedamos en nada al final, pero yo por las dudas me afeito para la próxima sesión.

1001 películas que vi antes de morir


0103 - The hundred-foot journey
Preciosa película. Muy recomendable. Bueno... Al menos, a mí me la recomendaron y estoy agradecido, así que ojalá alguien lea esto y siga la cadena. Ponele... Ah... Una gran cursilería de mi parte, pero viéndola lloré de felicidad.

Este chiste por escrito no tiene gracia

-¿Te conté que llegó un esquimal a casa?
-Pah... Estos del Correo, te digo... A mí me pasó lo mismo con un roller...
-(¡Plop!)

Novelería

Dos veces en mi vida me senté frente a un lavarropas a observar cómo funcionaba: hace unos años cuando lo compré y recién, que lo puse a andar luego de la instalación de ayer. Grageo esto y vuelvo a mirarlo, porque en breve viene la parte del desagüe y quiero ver si todo bien. Igual, me tengo tanta fe que ni me fijé dónde quedó el lampazo.

Gracias, abuelo. Gracias, papá.

Jugar a ser fontanero no es fácil. No, no. No sé cómo lo hará mi tocayo Luigi... La cosa es que ayer me la jugué y puse en prueba lo que aprendí en mi niñez y adolescencia viendo a mi abuelo y padre. Y repito: no fue fácil. Tenía que conectar el lavarropas usando la instalación del bidet y después cambiar una canilla. Tareas sencillas, en principio. Pero vaya que no... Empezando por si uno no dispone de las herramientas necesarias... Como era previsible pero no previsto, me encontré con colillas viejas, que ni bien quise desenroscar se hicieron añicos. Y salió agua. Mucha agua. Obviamente había cerrado el pase, pero es increíble la capacidad de almacenamiento que tienen esas cosas de morondanga. O sea: baño completamente inundado. Sumemos ahora que el banco en el que me senté para desarrollar la tarea no era demasiado cómodo para la cantidad de horas que lo usé. Resultado: dolor de rodillas. Calambres tal vez también. Y de la combinación de casi no sentir mis piernas y piso mojado resultó un resbalón. Y de eso, torcedura de pie. Perfecta a decir verdad para tener que salir contrarreloj a buscar colillas nuevas antes que cerrara la ferretería. Una aventura hermosa. Obvio que al volver, hacer los cambios y creer finalizada la tarea y abrir el pase, aquello era una fuente con millones de chorros. Allá de nuevo a cerrar y probar. Después de un par de ajustes, todo parecía funcionar perfectamente. Pero no quería cantar victoria. Ahora sí podría hacerlo, porque pasaron varias horas y no escucho que nada gotee. Pero no lo haré. Simplemente me iré a dormir con una sonrisa por no haberme dejado ganar. Porque no sé si gané, pero seguro no perdí. Bueno... Gané sí: un fuerte dolor en el pie que espero que mañana ya no esté.

Preguntas que a veces me hago

¿Por qué Instagram todavía no tiene un "me gusta" o un "corazoncito" para los comentarios? Muchos valen la pena, y por ahí no tanto la foto que los originó. Aparte, se evitarían idas y vueltas eternos, porque es feo no responder cuando a uno lo mencionan.