¡Yo sé, yo sé, yo sé!

Volviendo a casa, desde la agencia a la parada, experimenté algo raro. Con el iPod puesto, veo que adelante mío iba un pibe caminando. Nada extraño hasta allí. O sea... la gente camina.
Pero este pibe paraba cada vez que se cruzaba con alguien, le preguntaba algo y seguía. Aún sin escuchar, deduje que se trataba de una pregunta por la actitud de la gente que interactuaba con él.
El pibe habló con no menos de 20 personas, ¡en 5 cuadras! Lo juro. Y a cada nuevo interrogado, la intriga crecía y crecía: ¿qué carajo estaría preguntando? Capaz yo sabía la respuesta y podía ayudarlo... En verdad me chupaba un huevo eso. Era pura curiosidad.
Cuando logré dejar de lado la vergüenza y me decidí a preguntarle qué preguntaba, el pibe miró para atrás y aceleró el paso. ¡Andá a cagar!

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