Grageador invitado de los viernes: Ángel

“¿Sale algo hoy?” Le pregunté con ganas de que –como hace no mucho tiempo- me diga “se sabe, más firme que el obelisco en sudestada”. Pero no, me miró fijo, me apretó el hombro a la altura de la clavícula y me dijo “ya no estoy para esa, últimamente salgo menos que golero gordo”. Qué duro. Pero uno entiende, es lógico. Y es lógico por dos razones: en primer lugar el tipo ya tiene un hijo, está felizmente ennoviado y ya no está para la misma que uno. En segundo lugar, es evidente que con lo que le cuesta reaccionar rápidamente y con lo difícil que resulta levantar tanto peso en un salto, un goalkeeper excedido de peso no pueda salir a cortar centros con frecuencia. Sería un peligro. “Fijate que nunca sabés qué le puede pasar al nene. En una de esas mi señora… (en este momento se detuvo, cerró los ojos y levantó ambas cejas haciendo una leve mueca con la boca. Yo interpreté que me transmitía un sencillo pero sentido “¿y qué voy a hacer? Ya me acostumbré a decirle MiSeñora”). Te decía, mirá si mi señora no lo escucha o se ve sobrepasada y yo tomando una contigo en el mejor de los casos, porque andá a saber si no nos copeteamos y agarramos directo pa algún bulo de esos que te gustan a vos y yo me embalo más que Usaín Bol en la última olimpíada.”
“Tenés razón”, le dije. Conversamos dos cigarros más, le dí un abrazo fuerte, le deseé feliz navidad y me fui pensando en que no podía ser. A esta altura de las circunstancias cualquier persona tiene que saber y tener bien claro que las Olimpíadas son esos 4 años existentes entre un Juego Olímpico y otro.
De todas maneras, lo más raro es que él se expresó mal y yo no se lo dije. No lo corregí. Andá a saber por qué. Ahí nomás me di vuelta, y él seguía en la parada. Le grité por su nombre, aunque en verdad le grité por motivo de su error. Porque el nombre lo tiene desde que lo conozco y no le he gritado más de una o dos veces nomás.
“Las olimpíadas son 4 años, vos quisiste decir Juegos Olímpicos” le dije. Él se paró, y con esa voz rotunda largó un contundente “la puta que te re mil parió. Andá a cagar”. Yo me sonreí y me dispuse a subir a un taxi, ya estaba demorando mucho. Cuando abrí la puerta, desde la parada él la completó: “y si vas me avisás y vamos juntos ¿tamos?; la navidad no es para estar solo.”

1 comentario :

Gero dijo...

Creo que hay momentos para estar solo. Lo normal es estar con gente. Lo excepcional es estar con aquellos a quien uno quiere.