Me picó el hambre. Voy hacia la heladera. La abro. Tras encandilarme, descubro allá al fondo, una mermelada de frutilla. No recuerdo haberla comprado. Tras seguir leyendo la etiqueta y descubrir que es light, confirmo mi sospecha: quedó de la última visita de mis padres. ¿Estará vencida? La miro por todos lados y no encuentro la fecha de vencimiento. No sé... Vendría pegada y se despegó... Sea como sea, ya no estaba más. Ya la tenía en la mano, así que entro a darle. Hogareñas + mermelada = todo bien. Cuando sacío mi hambre y me dedico a cerrar la mermelada, descubro algo. Apa apa. Mirá dónde estaba la pillina de la fecha de vencimiento: al costadito de la tapa. Resignado, me maldigo por no haber elegido una mejor opción para mi última comida...
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