Qué noche, Teté

Vengo de una seguidilla de noches increíbles. Yo siempre sospeché que me gustaba más la noche que el día, así como me gusta más el invierno gris que el colorido verano, o el propio negro en vez del blanco. Soy oscuro creo. Jaja. Pero acá el tema es la noche.

Las últimas tres se han destacado. Han sido muy positivas, repletas de emociones y sensaciones. Llenas de recuerdos y pensamientos para los días siguientes. Algunas fueron confirmaciones. Otras fueron reencuentros. Algunas fueron resistidas. Otras fueron espontáneas. Pero todas fueron muy muy muy buenas.

La primera de ellas fue con Rosina. La segunda fue con Gabriel. La tercera, con el Novel. Cada una de ellas fue muy distinta, aunque todas tenían en común que sólo importaba las dos personas que estaban juntos. Así fuera con un teléfono de por medio, con una cerveza o una especie de asado. Los temas tratados fueron muy diversos. No faltaron silencios, pero tampoco molestaron. Lo bueno de todas la noches, fue que no importaba la hora. O sí. Pero no importaba verdaderamente. Éramos dueños de la noche.

Hoy, de golpe me encontré atravesando la cuarta noche de la seguidilla. Estaba solo. Ya no tenía nada más para hacer o inventar. Y sinceramente, no me estaba bancando la cabeza. Entonces me propongo salir a caminar. Fui a buscar la correa de Lalala, para sacarla a pasear. El dolor de espalda que traigo conmigo desde el sábado por no dormir tanto estas últimas noches, me hizo recordar que no sería buena idea salir a hacer fuerza con ella. Le di un beso y salí solo entonces. Solo, salí a caminar a escaparme de mí. Sin rumbo. Sin cosas en la cabeza.

Una cuadra me duró. Seguía sin rumbo, pero ahora tenía cosas en la cabeza. Y eso que tenía rondando, era precisamente este post. Qué raro. No recuerdo si alguna vez me había pasado. Casi lo iba escribiendo mentalmente, y ahora solamente estoy tipeándolo. Está fulera esta noche. Me importa mucho la hora, pero negativamente. Estoy esperando que pase la noche, que se termine. Me gustaría no tener que pasar conmigo mismo. Estoy podrido de no controlar mi mente. No puede ser que me gane todo el tiempo.

Tal vez este post sea como una forma de controlarla. No puede ser que no quiera estar conmigo mismo solo. Con lo bien que la pasaba yo solo. Jaja. Ya me siento un poco mejor. Escribir funciona, che. Jaja. Al menos me ha funcionado.

-pasan un par de horas entre que empecé a escribir este post y ahora que lo retomo-

Me puse a leer las cosas que he escrito acá en “Grageas para todos”. Entre otras razones, justamente tengo un blog para poder escribir cosas y leerlas al tiempo. Algún día, ponerme a leer cada uno de los posts con la distancia necesaria para analizalos. ¡Y adivinen qué! Decidí que ese día/noche fuera hoy. Está siendo hoy.

Si bien me estoy escapando de mí, me estoy reencontrando conmigo. O con ese “yo” que fui en ese momento que escribí todo lo que escribí. A la mierda que escribí, che. Más de 100 posts voy. Y me gustan la mayoría. Me río o me pongo mal con ellos. No a un nivel de redacción. Más bien me gusta lo bien que exteriorizan cómo me sentía o lo que me pasaba cuando los escribía. O cómo lo ocultan, dejando pistas. Demencias como las “charlas conmigo”, “reflexiones y preguntas de un idiota” o “no me hables así”. Las miles de preguntas sin respuestas. Los planteos sobre quién soy. Las historias más mínimas, pero que esconden metáforas un tanto rebuscadas. A veces. Otras no tanto. Jaja. Soy re evidente. Lo cruel de “esto pasó hace un tiempo”, donde me digo que me he fallado constantemente. El “mail para mí mismo dentro de un tiempo”, que aún no me animé a releer y responderme. Las veces que me traté de convencer de que mi vida estaba bien. “Este día de la madre, regale un yerno” me encanta. “Vida del orto…” no recordaba haberlo escrito. “¿Me concede su risa?” es súper actual, y dice pompis. Jaja. “Te morís” es ingenioso. Pero sigo repasando, y ahí están nuevamente mis malestares. Y llega el quiebre en la linea editorial de “Estoy bien”. Cosas tan verdades como “¿Qué héroe querés ser cuando seas grande?” en sus dos partes. Tan premonitorias como “Escribo”. Tan con nombre y apellido como “¿Por qué entrás?”. Tan libradas a distintas interpretaciones como “Mañana no debería seguir siendo esto”…

Apa apa apa. Mirá la hora que es. Buenísimo. Esta se convirtió en una cuarta noche que se suma a las anteriores tres. Estoy solo. Me resistí a estar solo. Hubo confirmaciones y reencuentros. Simplemente hubo una hoja de Word en blanco y un blog lleno entre yo y yo. Pero estoy terminando la noche repleto de pensamientos, emociones, recuerdos y sensaciones. Qué vida, Teté.

1 comentario :

flor dijo...

Realmente te admiro luigi, porque a mi tampoco me gusta estar sola, no lo soporto, pero vos podés escribir! y encima muy bien!
Bueno, como primer comentario va a quedar así, tengo que trabajar.
beso grande.
florca.-