Y eso que trabajo en publicidad...


La publicidad a página entera en la Rolling Stone decía algo así como "si te gustó Stieg Larsson, no te pierdas la nueva sensación de la novela negra escandinava". Y ahí estaba, la tapa del libro de una tal Åsa Larsson.
La hermana!" es lo primero que piensa uno. O la viuda, que adoptó su apellido para conseguir unos pesos extras. Luego, intuye que Larsson en Suecia puede llegar a ser como Pérez en Uruguay.
Entonces nota los hilos y deduce que estos hijos de putas de las agencias de publicidad te lo venden así para que te lo compres. Y sí. A pesar de haber descubierto la tramoya, igual caí.
Allá fui a La Librería de Tres Cruces (mi librería preferida) y pregunté por el libro. Mi amigo no lo conocía. A los días pasé de nuevo por casualidad y lo encontré. ¿Dónde? Al lado de la trilogía Millennium, obviamente.
Y lo compré. Pero no estoy arrepentido. Al contrario. Está buenísimo. Así que la publicidad no es tan mala y/o engañosa como parece.

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