Grageador invitado: Mufassa

Fue a la mañana bien temprano que caí en la cuenta de la marejada lúgubre que se cernía con temeridad y cólera al aguijonado respaldo del trono rasante, el no-tan-bien-ponderado cúmulo artificial de hebras, aleación y compuestos varios que planea sobre la inmensidad de la cuenca fluvial de superficie inmutable.
Claro que el vestigio de la precipitación óseo-dérmica de la velada anterior aportó con intereses al degeneramiento celular (más precisamente de los linfocitos) y aumentó el nivel de funcionamiento del Sistema Nervioso Central en cuanto a los receptores, principalmente aquellos cuyo único designio es recibir lo pernicioso y redirigirlo hacia la matriz.
Empero del fallecimiento en cuentagotas, los altos mandos acreditaron un intento de mejora casi evangelizadora, la cual tristemente no pudo contra la zozobra corpórea ni amainó la base.

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Ok, capaz que a esta altura nadie entiende:
Cuando entré al auto hice un mal movimiento que me dejó doliendo la nuca y el cuello; venía mal del martes que tuve entrenamiento y quedé muerto. Mi vieja me pasó unas barras de azufre pero sirvió para nada.
Ta, eso nomás.

2 comentarios :

Alexis dijo...

Ojo que si te pasan una piedra de azufre y después comés una banana explotás.
Lo vi en Discovery. Así fue que se inventó la pólvora.

· · · l u i g i · · · dijo...

a la mierda! tiene mucha lógica!