Las mujeres y el baño.
Contexto: Posadas, Misiones, Arg. Domingo 18 de octubre. 03:00 am.
Sentada con mi amigo Pepi en un bar frecuentado en su mayoría por hombres, y después de habernos bebido ya unas dos o tres cervezas, renegaba yo ante mis ganas de ir al baño. Prejuiciosa como de costumbre, se me vino a la mente que, como muchos hombres van a ese lugar, el baño iba a oler un tanto mal (están el de dama y el de caballeros pegaditos uno con otro) a causa de los mugrientos de siempre que no hacen correr el agua, mean sobre la tabla o directamente afuera del inodoro, algunos dejan regalitos sólidos no tan agradables allí despidiendo su olor e inundando ambos baños. Éste podría ser el pensamiento de cualquier mujer, solía ser el mío hasta ese día en que junté coraje y fui al baño. El de mujeres estaba ocupado, entonces me dispuse a aguardar en la puerta hasta que salga la muchacha que me ganó de mano. En eso, pispeo el baño masculino y me sorprendo al notar que se veía reluciente, sin ignorar la falta de olores desagradables. Sale la chica del baño y al ingresar mi persona, la primer reacción fue de PUAJ! QUÉ LES PASA A LAS MINAS QUE VIENEN A ESTE LUGAR?
Bien, rescatando mi tarrito de alcohol en gel de la cartera, agarro papel higiénico (también de la cartera, porque al que estaba en el baño alguna idiota lo dejó en el piso y se mojó con algun líquido que desconozco) y empiezo a limpiar un poco la tabla del inodoro, que estaba completamente empapada de gotas de pichí, asumo. Hago lo mío y cuando apreto el botón el agua, en vez de correr, empieza a aumentar. Por supuesto, escapé despavorida deseando que no haya alguien afuera esperando para entrar, dejándome en evidencia.
Tales inconvenientes, entre otros, ya había notado anteriormente sin prestarles demasiada atención en diferentes lugares. Ahora los miro con detenimiento y mi pensamiento es el siguiente: las mujeres siempre nos las damos de limpias, aseadas, ordenadas, etc. y catalogamos a los hombres de sucios, desprolijos, olorosos y esos calificativos poco alentadores. Ahora bien, si en teoría somos así, ¿por qué siempre en los boliches o espacios muy concurridos, el baño es un completo chiquero? Ya sé, todas lo pensamos, "yo no ensucio el baño ni meo afuera, seguro fue alguna sucia la que lo hizo". Así también, otras pensarán eso de nosotras.
Pongamos en práctica la autocrítica, amigas, y aceptemos que la culpa de esos chiqueros es puramente nuestra. Podemos utilizar la excusa de haberlo hecho estando pasaditas de copas, extremadamente apuradas, o lo que se les cante.
A los dueños del barcito del otro día: SI, SEÑORES. FUI YO LA QUE LES INUNDÓ EL TOILETTE.