Divertite sola entonces

-Disculpame... ¿Vos no sos María Eugenia?

-Sí. ¿Y vos sos...?

-¡Soy yo! ¿Cómo no me reconocés?

Sorprendentemente, así se dio la charla. Nunca pensé que fuera a tener suerte. A menudo intentaba eso para tener un tema de charla con las chicas que me gustaban, pero nunca se llamaban Sonia. Esta vez, vaya a saber uno porqué, decidí cambiar el nombre de siempre y probar con María Eugenia. ¡Y le acerté! Pero no tenía nada más preparado. Mi última carta era ver si ella me reconocía.

-Pah... No... Para nada. Y mirá que yo tengo buena memoria para las caras. Nunca te vi en mi vida. ¿Quién sos?

¡Qué lo parió! ¡Me cagó! ¿Qué hago? ¿Qué le contesto? ¿Le digo la verdad? ¿Le miento? ¿Me hago el interesante? ¡Mierda! ¡Algo ya!

-Soy el tío de de tus sobrinos.

Podría haber dicho "el padre de tus hijos". O "el abuelo de tus nietos" si quería innovar. Pero no. No quería que pensara que tenía intenciones de tener sexo con ella y procrear. "El tío de tus sobrinos" sonaba bien.

-¿El tío de mis sobrinos? Pará... ¿De qué me estás hablando...?

La agarré tan de sorpresa que dudó. Ahí mismo, cuando descubrí que estaba desorientada, decidí que era el momento de huir antes de enfrentarme a una nueva derrota.

-Y sí. ¡Sobrinos! Porque hijos nunca vas a tener... ¿Y sabés por qué no? Porque nunca nadie va a estar con vos. ¡Puta! Bah... Ni siquiera puta... Te encantaría ser puta, pero sos fea. Bah... En verdad sos divina. Me encantás y por eso inventé este divague del nombre. La cosa es que nunca pensé que acertaría. Te iba a preguntar si te llamabas María Eugenia, vos me ibas a decir que no, yo te iba a pedir perdón y me iba a ir. Pero tá. Salió todo mal. ¡Vos hiciste todo mal! ¡Puta! ¡Te odio!