¿No viste que me calcé los auriculares?

-Hola. Buen día. A Convención y 18, por favor. ¿Algún camino preferido? No. El que sea más rápido.

Y tá. Después al bajarme te diré gracias. A lo sumo me quejaré de que no tengas cambio de 500. Pero nada más. No quiero charlar con vos. Y ojo. No es personal. Me levanté tardísimo, y entre las cosas que más me embola de eso, es tener que tomarme un taxi. No es tu culpa, pero hay señales, cosas que podés ver. ¿Acaso mi cara no es lo bastante evidente? No tengo ganas de hablar con vos. Es de mañana, y en verdad, no tengo ganas de hablar con nadie. Y ojo. Yo no soy de esos que cuando se despiertan ya arrancan con mal humor. Para nada. Pero cuando me levanto tarde, quiero empezar el día ya. ¿Y sabés qué? Vos no formás parte de mi día. En el 187 nadie me habla. Y vos sin embargo, estás empeñado en sacar charla. Del clima, del tránsito, de los que piden en las esquinas. ¡De todo!

No me importa en lo más mínimo lo que te gusta de la morocha a la que dejaste cruzar sólo para verle el orto. No me voy a reír con tu comentario. Llevame a 18 y Convención. Nada más. Eso fue lo que te pedí al subirme. No te pedí que me enseñaras piropos que me dan vergüenza ajena. No te pedí ver que machito sos insultando al de adelante, que va lento. O al otro, que no puso señalero para doblar. No te escucho. Voy con mi iPod. No me molestes. No me hagas sacar el auricular para ver si me preguntaste si agarrabas por Paraguay y doblabas en La Paz. No me preguntaste eso. Agarraste por donde se te cantaron las bolas, y resultó ser el viaje de mi casa a la agencia más caro de mi vida. Y todo bien. Pero no me jodas. ¡¡Llevame a la agencia de una puta vez!! ¡¡Y no!! ¡¡No tengo un billete más chico!!

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