¿Qué se habrá quedado pensando la señora que llamó al teléfono fijo de casa para ofrecer los servicios de una empresa fúnebre y recibió un "no es un buen momento" bastante entreverado de mi parte, ya que atendí mientras me estaba cepillando los dientes?
En una de esas
Sí algún día te pasa como a mí que se te pega aquella canción que decía “Quiero, quiero, quiero, quiero, quiero verte” y querés escucharla, te ahorro la googleada: la banda se llama Los Sobraos.
Your father
Recién quise tararear "La marcha imperial" de Star Wars y me salió la canción "Your woman" de White Town.
No te entiendo, cerebro
Sorpresivamente, acudió a mí la canción Agustito de Ketama. Previsiblemente, le puse play y la recordaba de pe a pa. Toma, Ketama, Ketama, toma, Ketama. ¿Vos bien? ¿La flia? ¿Todo en orden?
Estadistiqinha
De las canciones brasileras que adquieren cierta popularidad en el Río de la Plata, 3 de 5 contienen la palabra "saudade" en sus letras. Y 4 de 5, "ficar".
1998
Mi cerebro ya decodifica que un retrato en blanco y negro de alguien en Twitter, acompañada de fechas o al menos un número de cuatro cifras, significa que se está dando la noticia de que ese alguien falleció. Recién, haciendo scroll sin prestar mucha atención en esa red, una foto con esas características me llamó la atención. "Uh... Mirá quién se murió...", pensé. El alguien en cuestión era Frank Sinatra...
Este chiste por escrito no tiene gracia (grageadora invitada: Lau)
-¿Sabés cómo se llaman las competencias de baile de los grupos de k-pop?
-Mmmmm... Ni idea...
-¡Competencias de KOREOgrafías!
No te entiendo, cerebro
Hace pocos días, toda una mañana estuve cantando para mis adentros una canción de Ivete Sangalo. Hoy, desde hace algunas horas ya, estoy con Rapunzel de Daniela Mercury en un loop constante. ¿Vos bien? ¿La flia? ¿Todo en orden?
Fechas importantes (porque nunca se sabe... capaz en el futuro tengo un biógrafo...)
24 de noviembre de 2020 - Vi por primera vez en mi vida una película en inglés con subtítulos en inglés. Y me gustó. Y la entendí. O al menos eso creo, y capaz por eso me gustó. Go one to know...
Este chiste por escrito no tiene gracia
Cuando alguien gana siempre jugando a la generala, se convierte en el mejor del condado.
Preguntas que a veces me hago
¿Por qué les decimos empanadas a las empanadas, si las que se empanan son las milanesas?
Preguntas que a veces me hago
¿Cuánto demora en desaparecer una marca de la almohada de la cara? Hace dos horas que estoy levantado ya, ¡¡y en diez minutos tengo una videoconferencia!!
El examen más difícil
Lavarme los dientes antes de ir al dentista conlleva demasiada presión. Pero bienvenida: sirve para distraerme del miedo.
¿Confusión o genialidad?
Sin querer, en las últimas tres noches he dicho en al menos dos ocasiones "muchas noches" en vez de "muchas gracias" y "buenas noches". Ojalá me acostumbre y logre incorporar este saludo a mi forma de hablar.
Le pasó a un amigo
Escuchó una conversación ajena en su laburo, en la que hablaban de un dúo musical que había vuelto. Para joder, preguntó emocionado si hacían referencia a Donato y Estéfano. La "ocurrencia" no tuvo gran recepción por la brecha generacional, pero él se quedé cantando mentalmente "estoy enamorado, y tu amor me hace grande...".
Borom pom pom
Ayer de tarde me volví caminando del laburo a casa por la rambla. En vez de doblar en la calle perpendicular que me correspondía, decidí continuar e iniciar un paseo sin destino. Más allá de algún simpático perrito, nada me llamaba demasiado la atención. Ni las personas merendando, ni aquellas que estaban buscando piedritas o cosas particulares en la costa, o las amigas que estaban poniéndose al día. Iba muy en la mía, escuchando un podcast de entrevistas con mis auriculares que aíslan bastante.
Ahora que lo recuerdo asocio mi caminata con un zapping inconsciente, cuando por inercia gastaba las pilas y los botones del control remoto, buscando no sabiendo qué pero definitivamente sin demasiada suerte. O sí, porque te terminabas colgando con cualquier cosa y podía resultar un gran hallazgo.
En el caso de ayer, mi paseo se interrumpió en el canal de deportes. Pero no había fútbol playero, lo que siguiendo mi historial habría resultado lógico. No, no. El deporte que me cautivó fue… ¡voleibol! Para explicar mi asombro, vale acotar que nunca en mi vida había visto un partido de voleibol. Ni en arena, ni en pavimento ni en la dichosa superficie sobre la que se practique. Nunca lo jugué. Y sí pisé una cancha, fue porque quedaba de pasada al parador en la playa. De hecho, ahora tuve que googlear para corroborar cómo se escribía.
Pero ayer, por alguna razón, me senté en el murito de la rambla a ver cómo ocho desconocidos se repartían en dos equipos y se disputaban los tantos con mucho entusiasmo. Dejaban la vida. Se lamentaban cuando perdían una pelota sencilla y festejaban cuando metían una imposible. Como cuando tenía cable y hacía zapping, elegí un equipo por el cual hinchar. Indefectiblemente tengo que querer que alguien gane al mirar un partido de fútbol de la liga austríaca, por ejemplo. Así nunca en mi vida hubiera escuchado hablar de ese cuadro. Y trasladé eso al partido de voleibol.
La elección fue inequívoca: los que más celebraban al ganar cada punto. Los del otro equipo chocaban sus puños, pero no parecían tener esa química. O ese compromiso. O esa entrega. Eran más “profesionales”. Pero los de mi equipo estaban disfrutando. Tiraban magias, y se gozaban. Siempre con respeto hacia el rival, se abrazaban, cerraban el puño en alto y gritaban “¡¡vamo!!”. Con ese mismo respeto se insultaban simpáticamente entre sí cuando tocaba perder. Y yo me lamentaba, porque con cada minuto era más hincha.
El “¡¡vamo!!” me lo gritaba para mí mismo, pero la sonrisa se me dibujaba en la cara cuando la pelota de los otros picaba afuera. Mi equipo fue agarrando confianza, y mi emoción crecía. Estaba a varios metros de la cancha, pero mi corazón estaba lleno de arena. ¡Qué imagen pseudopoética de mierda! Creí que serviría para ilustrar mi involucramiento y grado de pertenencia…
Yo no llevaba la cuenta, pero íbamos ganando. Aquello era una fiesta. En un momento, el de mi equipo que estaba sin remera se lanzó de bruces, y quedando de espaldas a la red, para devolver una pelota muy bien colocada por el rival. Llegó, y la globa viajó muy bien dirigida.
Los contrarios estaban atónitos y seguían con la mirada la trayectoria. Uno de ellos estaba bien posicionado sobre el fondo de la cancha para devolver el tiro, pero otro gritó “dejala que va afuera”. Jaja. Ilusos. La dejaron, y picó en la raya. ¡¡Golazo!! Lo festejé en silencio, pero cerré el puño y moví los brazos. Adentro de la cancha estaban fundidos en un abrazo, mientras saltaban y giraban sobre sí. Yo seguía atentamente al sin remera, mi nuevo ídolo.
Orgulloso de él, hacía que sí con la cabeza en señal de aprobación y admiración. Y cada tanto hacía que no, evidenciando incredulidad. ¡Tremendo tanto! Cuando se terminó el festejo y se aprontaron para sacar y seguir jugando, el sin remera me miró. Mierda. Yo seguía con la sonrisa puesta en la cara y el puño cerrado... Me dio pila de vergüenza. Tanta, que instantáneamente me paré y seguí mi paseo.
Ahora que lo recuerdo asocio mi caminata con un zapping inconsciente, cuando por inercia gastaba las pilas y los botones del control remoto, buscando no sabiendo qué pero definitivamente sin demasiada suerte. O sí, porque te terminabas colgando con cualquier cosa y podía resultar un gran hallazgo.
En el caso de ayer, mi paseo se interrumpió en el canal de deportes. Pero no había fútbol playero, lo que siguiendo mi historial habría resultado lógico. No, no. El deporte que me cautivó fue… ¡voleibol! Para explicar mi asombro, vale acotar que nunca en mi vida había visto un partido de voleibol. Ni en arena, ni en pavimento ni en la dichosa superficie sobre la que se practique. Nunca lo jugué. Y sí pisé una cancha, fue porque quedaba de pasada al parador en la playa. De hecho, ahora tuve que googlear para corroborar cómo se escribía.
Pero ayer, por alguna razón, me senté en el murito de la rambla a ver cómo ocho desconocidos se repartían en dos equipos y se disputaban los tantos con mucho entusiasmo. Dejaban la vida. Se lamentaban cuando perdían una pelota sencilla y festejaban cuando metían una imposible. Como cuando tenía cable y hacía zapping, elegí un equipo por el cual hinchar. Indefectiblemente tengo que querer que alguien gane al mirar un partido de fútbol de la liga austríaca, por ejemplo. Así nunca en mi vida hubiera escuchado hablar de ese cuadro. Y trasladé eso al partido de voleibol.
La elección fue inequívoca: los que más celebraban al ganar cada punto. Los del otro equipo chocaban sus puños, pero no parecían tener esa química. O ese compromiso. O esa entrega. Eran más “profesionales”. Pero los de mi equipo estaban disfrutando. Tiraban magias, y se gozaban. Siempre con respeto hacia el rival, se abrazaban, cerraban el puño en alto y gritaban “¡¡vamo!!”. Con ese mismo respeto se insultaban simpáticamente entre sí cuando tocaba perder. Y yo me lamentaba, porque con cada minuto era más hincha.
El “¡¡vamo!!” me lo gritaba para mí mismo, pero la sonrisa se me dibujaba en la cara cuando la pelota de los otros picaba afuera. Mi equipo fue agarrando confianza, y mi emoción crecía. Estaba a varios metros de la cancha, pero mi corazón estaba lleno de arena. ¡Qué imagen pseudopoética de mierda! Creí que serviría para ilustrar mi involucramiento y grado de pertenencia…
Yo no llevaba la cuenta, pero íbamos ganando. Aquello era una fiesta. En un momento, el de mi equipo que estaba sin remera se lanzó de bruces, y quedando de espaldas a la red, para devolver una pelota muy bien colocada por el rival. Llegó, y la globa viajó muy bien dirigida.
Los contrarios estaban atónitos y seguían con la mirada la trayectoria. Uno de ellos estaba bien posicionado sobre el fondo de la cancha para devolver el tiro, pero otro gritó “dejala que va afuera”. Jaja. Ilusos. La dejaron, y picó en la raya. ¡¡Golazo!! Lo festejé en silencio, pero cerré el puño y moví los brazos. Adentro de la cancha estaban fundidos en un abrazo, mientras saltaban y giraban sobre sí. Yo seguía atentamente al sin remera, mi nuevo ídolo.
Orgulloso de él, hacía que sí con la cabeza en señal de aprobación y admiración. Y cada tanto hacía que no, evidenciando incredulidad. ¡Tremendo tanto! Cuando se terminó el festejo y se aprontaron para sacar y seguir jugando, el sin remera me miró. Mierda. Yo seguía con la sonrisa puesta en la cara y el puño cerrado... Me dio pila de vergüenza. Tanta, que instantáneamente me paré y seguí mi paseo.
Y fue así cómo me conquistó
Un día, de la nada, randómicamente, me comentó algo que me descolocó. "¿Viste que la cancioncita de Clight tiene una sola consonante?". Me explotó la cabeza. No lo chequeé. No importa. En mi recuerdo inmediato eran 99% de vocales. Piri tiini mís di ini cinsininti... Repito: no me importa.
Doble tick
Que te digan "Opa... Cambio de look..." en vez de "¡Qué bien ese nuevo look!" después de afeitarte y cortarte el pelo es una clavada de visto demoledora.
Placeres mínimos
Escuchar el disco "Amar la trama" de Jorge Drexler. A eso sumarle cantar las canciones, ya sea en voz alta o mentalmente. Por último cambiar la letra: cada vez que diga "fase" o "paso", cantar "faso".
Preguntas que a veces me hago
¿Alguien alguna vez efectivamente soñó con los angelitos? ¿Qué onda? ¿Está tan bueno como para que sea un objetivo que se renueva a diario durante toda una vida?
Le pasó a un amigo
Sin razón aparente, se despertó tarareando la canción "Lloviendo estrellas" de Cristian Castro. A los minutos, mientras desayunaba, puso "This is Cristian Castro" en Spotify y descubrió una versión con Reik de un tema que no recordaba. Un par de horas más tarde, no puede dejar de escuchar en loop "Es mejor así", autoconvencido de estar haciéndolo feliz y siguiendo su voluntad.
Una revelación de aquellas
Un día te das cuenta de la relación oculta que hay entre "anonadado" y "absorto", y te caés de culo. Repito: ANOnadado... absORTO...
No maldecirás
Mientras esperaba el bondi, el semáforo en rojo provocó un atolladero de autos. Al ponerse en verde, a un conductor le pasó lo peor que te puede pasar en esa situación: soltó muy rápido el embrague y se le apagó el auto, trancando a los de atrás. Me compadecí del desafortunado inmediatamente, y acto seguido me enfurecí. Pero no con él. No, no. Con alguien que se entusiasmó con la bocina. Si bien no fue en voz alta, comencé a blasfemar. De hecho, capaz que gesticulé solicitando que le tuvieran piedad. No estoy seguro. Con certeza sí sé que puteé al de la bocina por su insistencia. Cuando finalmente el afectado conductor logró volver a poner en marcha su auto y todos los demás comenzaron a desfilar frente a mí, intenté identificar al molesto de la bocina. No iba a decirle nada necesariamente, pero sí demostrarle mi malestar. Para mi sorpresa le terminé devolviendo el saludo, ya que era un conocido y la bocina era dirigida a mí.
¡Pica!
Yo iba parado en el bondi y te vi limpiarte disimuladamente los mocos en el pantalón. Sí. A vos. El señor que iba sentado del lado del pasillo y llevaba un paraguas, que tras estornudar y taparse con la mano... Bueno... Eso... Leru leru. Alguien te vio...
Charla conmigo
-¿Te gustó el disco de Los Aviones?
-¿Lo qué?
-Adentro del perro. El disco de Los Aviones.
-No sé de qué me hablás.
-¿Me estás jodiendo? Si el otro día lo estuvimos escuchando.
-¿Lo estuvimos escuchando? Pah... Ni idea...
-Ah, bueno...
-¿Qué?
-Y nada... Yo qué sé... Siempre lo mismo con vos... Me cansa un poco que no me des pelota.
-Ah, no. No te pongas de nuevo en esa postura. A ver... Decime cómo escucho el disco éste de Los Aviones y salgamos de este momento incómodo.
-Buscalo. Está en Youtube, en Instagram, en Twitter, en Facebook... Están como losavionesok.
-Pasame un link, sorete.
-biy.ly/losavionesok
-Y pará. ¿No están en Spotify?
-Ah, sí. Para escucharlo es mejor. https://open.spotify.com/album/1CcBmk20gKOhEzQpdFWvTc?si=pjXp2r6IRwCqc-sIYsN_zQ
-¡A la mierda!
-¿Qué?
-Nada, nada. Que es re largo el link...
-No seas millennial, haceme el favor.
-¿Lo qué?
-Adentro del perro. El disco de Los Aviones.
-No sé de qué me hablás.
-¿Me estás jodiendo? Si el otro día lo estuvimos escuchando.
-¿Lo estuvimos escuchando? Pah... Ni idea...
-Ah, bueno...
-¿Qué?
-Y nada... Yo qué sé... Siempre lo mismo con vos... Me cansa un poco que no me des pelota.
-Ah, no. No te pongas de nuevo en esa postura. A ver... Decime cómo escucho el disco éste de Los Aviones y salgamos de este momento incómodo.
-Buscalo. Está en Youtube, en Instagram, en Twitter, en Facebook... Están como losavionesok.
-Pasame un link, sorete.
-biy.ly/losavionesok
-Y pará. ¿No están en Spotify?
-Ah, sí. Para escucharlo es mejor. https://open.spotify.com/album/1CcBmk20gKOhEzQpdFWvTc?si=pjXp2r6IRwCqc-sIYsN_zQ
-¡A la mierda!
-¿Qué?
-Nada, nada. Que es re largo el link...
-No seas millennial, haceme el favor.
Preguntas que a veces me hago
Si relatores y comentaristas de las televisaciones de fútbol suelen coincidir al decir que las repeticiones en cámara lenta son injustas pues maximizan cualquier roce, ¿por qué no le piden a los directores de la transmisiones que prescindan de las mismas cuando se pretenda arrojar luz sobre jugadas polémicas?
Despertares
Hace algunos años, ni bien me despertaba, lo primero que tenía que hacer era orinar. De hecho, tal vez las ganas de hacer pis era lo que ponía fin a mi descanso. Cataratas, canillas o cualquier otra forma de agua corriendo se metían en mi sueño y cambiaban el curso del mismo. Pero ahora ya casi no. Y recién me di cuenta. No sé hace cuánto pasa. Arriesgué algunos años al principio de esta gragea, pero tal vez exagero. O quizás me quede corto. No importa, en verdad. El punto es que ahora puedo comenzar mi día sin hacer pichí. No sé... Ponele que puedo realizar diez tareas antes. ¿Será mucho? Ni idea. Pero tá. Por ejemplo, puedo escribir esto antes de pasar por el baño. Esa sería una actividad. ¿Las otras nueve? Sacarme el pijama. Lavarme los dientes. La cara. Uh... Agua corriendo... Ya vuelvo...
Los conmino a ver este video
Cada uno empieza el domingo como quiere. Nosotros lo empezamos viendo un video de Federico Klemm. Era todo desconcierto hasta que Lucía descubrió y comentó "habla igual que Sergio Puglia". Va link para que su domingo sea mucho mejor: https://youtu.be/3h4WwdsnAJg
Peñarol, Peñarol
Hoy, con algunos de mis compañeros de laburo jugamos al 5 de oro. Recién, mientras miraba algo en la tele escuché notificaciones constantes de mi WhatsApp. No tenía el celular cerca y no tenía ganas de pararme a buscarlo.
No por vago. No. Tampoco por no querer poner pausa. Simplemente porque me enganché con la idea que se me cruzó por la cabeza: uno de mis compañeros había mirado expectante el sorteo y nos había comunicado que éramos millonarios. Y el resto estaría respondiendo, incrédulos y llorando de la emoción. Se estarían planeando qué haríamos con los que no participaron. Habría capturas de pantalla con los números sorteados, fotos de los festejos y bromas sobre posibles fugas de quien tiene la boleta ganadora.
Empecé a imaginarme a quién le contaría. Y cómo. ¿Cuál es la mejor forma para contarle a un amigo que tenés pila de guita ahora? ¿Y a tu familia? ¡Qué locura! Ganamos el 5 de oro y nos avisamos por WhatsApp. ¿Qué onda? ¿No daba para una llamadita? Aunque uno sea Movistar y el otro Antel... Yo qué sé... El chat es frío. Y nosotros ricos.
Pasaron los minutos entre la primera notificación y el momento en que finalmente agarré el celular. Mi cabeza estaba volando. A cagar el capítulo de la serie que estaba mirando. Y a cagar el 5 de oro: las notificaciones eran de un grupo de hinchas manyas en el que estoy.
Puertas adentro
Bajé a la puerta del edificio a fumar un pucho antes de acostarme y me pasó algo raro. Estaba un tanto desalineado, lo admito. O sea: no tengo el pelo necesariamente largo, pero sí estaba despeinado y con la barba descontrolada. Sumemos a esto que tenía puesta una remera que como pijama es una vergüenza, y que bajé de pantuflas. Tá. Yo qué sé. Bajé tal y como estaba adentro del apartamento, a fumar un pucho antes de acostarme.
Por el calzado que llevaba, decidí no caminar por ahí como habitualmente hago y me quedé en la puerta. Tranquilazo. De repente veo que viene en dirección a mí una muchacha. Al confirmar que venía al edificio, me corrí hacia el costado para que entrara con plena comodidad. Pero noté en su accionar cierto nerviosismo.
No digo que me haya escaneado y se haya asustado, pero un poco capaz que sí. Yo estaba por terminar el pucho ya a esa altura, pero esperé que entrara y cerrara la puerta, para recién ahí yo mandarme para adentro también.
Nota: no me gusta nada cuando alguien se mete en el edificio mientras yo abro la puerta. Me violenta. Pero yo no hice eso.
Tras el ingreso de la muchacha, con la puerta ya cerrada, saqué mi llave y entré. No pasó ni un minuto. ¿Y a quién me encontré esperando el ascensor? ¡A la muchacha en cuestión! ¿Y qué pasó? ¡Me saludó muy amablemente!
La misma muchacha que fuera del edificio me tuvo miedo y se apuró para alejarse de mí, unos metros más allá y tras pasar una puerta, se volvió cordial.
No sé mucho qué pensar de esto. Seguramente me duerma sin analizarlo mucho más.
Si algo me enseñó la vida...
... es que cuando te enfrentás a decisiones tipo "si no hago esto no pasa nada, pero si lo hago está todo bien", uno debe optar por el hacer.
Sin ton ni son
Recién hoy, 27 de febrero, me fijé qué día cae mi cumpleaños este año. Lunes. Sé lo que están pensando: que mi vida es apasionante. Lo sé, lo sé. Muy loco todo. En próximas grageas les contaré otras cosas tan o más importantes.
No quiero jugar más
En el laburo estamos escuchando a Arjona. Tá. Yo qué sé. Cosas que pasan. El asunto es que jodiendo, empezamos a analizar sus letras. ¡Y a elogiarlas! Se escucharon alabanzas como "Qué pluma tan fina, tan excelsa...". A mí puntualmente me pasó que cuando defendí "para qué describir lo que hicimos en la alfombra, si basta con resumir que le besé hasta la sombra", me asusté al no estar completamente seguro de estar siendo irónico.
Le pasó a un amigo
Fue al supermercado a comprar unas cosas que hacían falta, pero principalmente con la misión de devolver unos envases. Va recorriendo las góndolas y descubre que no bajó los envases. Vuelve al auto. Le da de comer a la máquina botellera. Hace las compras y pasa por la caja. ¿Se olvida de presentar el ticket? No, no. Tampoco es boludo. Llegando al auto, saca la llave y analiza si vale la pena abrir la valija o simplemente carga las bolsas adelante. ¿Las bolsas? ¡Uh! ¡Las bolsas! Vuelve a la caja y generosamente la cajera le informa que envió sus compras a "atención al cliente". ¿Se burlaron de él? Tal vez. Lo atendieron, como correspondía.
Testeador de almohadas
Las últimas cinco noches he dormido en cinco casas distintas. Y tá. Nada. Eso. No creo que sea un récord ni mucho menos, pero bueno. Tampoco da para armar un ranking ni contar qué otras cosas he hecho en cada una de las casas. Era simplemente eso: dormí en cinco casas distintas las últimas cinco noches.
Horas
Queen, Beatles, Radiohead. Aristimuño, Drexler, Coiffeur. Babasónicos, Kuelgue, Beirut. Spektor, Rufus, Juanito. En las más de dos décadas que llevo eligiendo qué música escuchar, me he fanatizado con muchos artistas. Generalmente oscilo entre ellos, pero cada tanto los abandono y me dejo llevar por nuevas opciones. Papina, Pibitos, Mera. Todos conviven sin problemas ni celos. No tengo ningún preferido, y ellos lo saben. Me corrijo: no tenía ningún preferido.
Hace algunos años me enamoré de una banda llamada Julio y Agosto. Este sábado la voy a ver en vivo. Y estoy muy emocionado. Muy. Lo siento por Barco, Kuryaki y Miranda. Lo siento por todos los otros. Pero tá. Es algo momentáneo. Pasajero.
Ponele.
Este chiste por escrito no tiene gracia
-¡Che! ¿Viste todas las operaciones que se hizo Superman?
-Fah, sí... Se hizo a cero.
-(¡Plop!)
-Fah, sí... Se hizo a cero.
-(¡Plop!)
De no creer
Salí tarde del laburo y rumbeé para la parada a esperar el 116. Me calzo los auriculares y pongo modo aleatorio. No tenía muchas ganas de andar pensando qué escuchar. Después de pasar la STM por el lector, me dirijo hacia el fondo del bondi casi vacío. Casi. En la penúltima hilera de asientos veo que está el mismísimo Fernando Cabrera. ¿Podés creer qué canción estaba escuchando justo en ese momento? "Nos fuimos estrellando" de Socio. Nada que ver. Pero tá. Qué loco si justo estaba escuchando a Cabrera, ¿no?
Medio de transporte COLECTIVO
Al subirme al bondi no tenía pensado sentarme. Si pintaba, todo bien. Pero no era una necesidad imperiosa. Por suerte, porque no había asientos libres. Voy por el pasillo rumbo al fondo y veo que una muchacha se está aprontando para pararse y bajar en la siguiente parada. Espero, digo bajito "permiso" y me siento junto a un señor que estaba del lado de la ventana. Yo tenía auriculares, así que no sé si respondió algo que evidenciara que no me aceptaba como compañero temporal de viaje. Pero tá. Hoy me bañé. Me puse desodorante. ¡Y hasta perfume!
Dos paradas después, el par de asientos de adelante nuestro queda libre. El sol pegaba igual. El mismo viento. Escaso acolchonamiento. En definitiva: ninguna ventaja aparente. Pero el señor me tocó el hombro y me pidió permiso con un gesto. Y sí: se pasó para los asientos recientemente liberados.
Me dio cierta bronca que despreciara mi compañía, así que le seguí los pasos y me volví a sentar a su lado. Me dio cierta vergüenza también, así que desde ese momento estoy escribiendo esta gragea sin levantar la vista del celular. Afortunadamente me bajo en la que viene. Solamente espero que él no.
Sensible y alcoholizado a las dos de la mañana
Desde ayer al mediodía, hay una persona nueva en el mundo. Se llama Ismael Bautista y es el hijo de unos grandes amigos y hermano de dos personitas divinas. Desde ayer al mediodía, el mundo es más lindo.
McRisas
Si al escuchar la canción Pronta entrega de Virus le cambiás la parte que dice "pero me excito más cuando es con vos" por "pero me excito más cuando es combos", tenés horas y horas de alegría garantizadas.
Este chiste por escrito no tiene gracia
-¿Qué pasó? ¿No te gustó el parrillín, que no comiste todo?
-Me gustó, me gustó. Pero con lo que sale, tengo que dejar un riñón.
-(¡Plop!)
-Me gustó, me gustó. Pero con lo que sale, tengo que dejar un riñón.
-(¡Plop!)
Qué jugador
Pedí un par de pilas AAA en un kiosco y el que me atendió me preguntó "¿estas están bien?". Eran unas Panasonic, y como yo no andaba buscando ninguna en particular le respondí que sí. Antes de dármelas se entretuvo mirando el pack con detenimiento, lo que me llamó la atención. "¿Todo bien?". "Sí, sí. Me quedé viendo si Neymar estaba con la camiseta del Barcelona. Pero no. Son nuevas estas parece, porque está con una de Panasonic nomás...". Lo quise pila. Sin juego de palabras. Posta que me encantó su cuelgue.
El próximo Despacito
Voy a dejar esta idea por acá... El mató a un policía motorizado feat. Fernando Cabrera. ¡Atenti! Ojo... ¡Pum para arriba!
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