Un hombre acababa de sufrir la pinchadura de una rueda del auto y estacionó frente a casa a cambiarla. Me gustó que me surgiera naturalmente ofrecerle ayuda al verlo, pero más me gustó que respondiera que no era necesario. Una de la mañana... La verdad es que se me caía un huevo. Le dije igualmente que si se le complicaba me tocara el timbre sin drama. Ya unos minutos después, acabo de escucharlo arrancar e irse, y estoy en condiciones de dormirme tranquilo.
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