Ayer me compré una pasta de dientes meramente porque me gustó el pack. No necesitaba una. Tenía un pack de tres sin abrir en casa. Pero me dejé tentar. La vi y la anhelé. Y la novelería me hizo querer estrenarla ni bien tuviera la ocasión. A la mañana me aguanté, pero ahora al mediodía no pude más. Le tenía pila de fe. Quería que fuera violeta. Pero no. Era blanca. Ya la guardé con las otras tres y seguiré usando la que tenía.
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