Me vine a mi parque favorito en Mercedes a tirarme y estar en paz un rato. Elegí un banco al solcito, y ni bien terminé de apoyar mi espalda sentí cómo mi celular decidía escaparse de mi bolsillo y darse de lleno contra el piso. Se hizo pelota la pantalla. Mucho. Qué lindo descubrir que sinceramente no me afectó en lo más mínimo y que ya hace tiempo que estoy en paz.
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