Divertite sola entonces

Antonio Birabent lo dijo: salgo a caminar y no sé qué voy a encontrar. Yo lo escuché y decidí hacerme eco de sus palabras. Sin pretensión alguna, salí a patear las calles. Nada nuevo por aquí, nada nuevo por allí. En verdad, algunas cosas eran nuevas para mis ojos, pero para nada trascendentes. Hasta que la vi a ella.
Estaba divina como siempre, pero en un rol desconocido para mí hasta ese momento: conductora. No soy para nada interesado en los bienes materiales, pero el hecho de que tuviera auto significó mucho. A ver cómo lo explico... Era una nueva oportunidad que se me presentaba para intentar conquistarla. ¿Siguen sin entender? Ya van a ver...

En vez de salir corriendo tras de ella o esperar a que saliera de la tienda a la que había entrado y tomar un taxi para pedir "siga a ese auto", opté por algo mucho más inteligente. O ni tanto... Me acerqué al auto y luego de cerciorarme de que no tuviera alarma, con un pedazo de baldosa rota que había ahí cerca le rompí uno de los focos delanteros. Acto seguido, agarré una hoja de una cuadernola que llevaba en mi morral y le dejé una esquela con el siguiente mensaje:

Luego de colocarla en el limpiaparabrisas, me alejé orgulloso pensando que mi plan era genial e infalible. Ella me llamaría, arreglaríamos para encontrarnos y así yo pagarle, y ahí tácate. Sería mía... O ni tanto...
Las horas pasaron y mi celular, por más que lo viera cada dos minutos, no sonaba. En una mezcla de desesperación y frustración, decidí volver al lugar de los hechos. Para mi sorpresa, su auto ya no estaba. "Puta madre", pensé. "No hay forma de que no haya visto el foco roto... Y mucho menos la esquela en el limpiaparabrisas...", deduje.
Atónito, reconstruí mi accionar para descubrir qué pudo haber salido mal. Sin asimilarlo del todo, descubrí en la calle un papelito amarillo hecho añicos. Al armarlo cual puzle confirmé mi sospecha: era mi esquela. Pero no sólo eso... ¡Había escrito mal mi propio número! ¡Le pifié y puse un 4 en vez de un 2!

Eso no podía quedar así. Agarré y llamé al número que le había escrito en vez del mío. Una señora muy amable me confirmó que una chica la había llamado hacía unos minutos por un tema de un accidente. ¡Soy un pelotudo! ¡Técnicamente, mi plan funcionó! Ya casi sin consuelo, le pregunto a la señora "¿y usted que le contestó?". "La mandé a freír boniatos", respondió. Jaja. ¡Tomá, puta!

8 comentarios :

Nando dijo...

a mi una vuelta me pasó eso bo!
Salí del laburo, y en el estacionamiento me encontré con una luz farol roto del auto, y también un número de telefono de una mina, una tal Clara.
Clara, aparte del nombre lindo tenía una letra divina, y un número de telefono buenisimo. Dije esta es la mía!!
Pero resulto ser una vieja ofuscada que sin duda le debia una visita al oculistadesde hace ratooo¡¡¡

Bueno, es la primera vez q entro a tu blog y la verdad está muy bueno.
salú!

· · · l u i g i · · · dijo...

bienvenido nando! qué bueno que hayas entrado, te haya gustado y hayas comentado. el seguidor ideal de grageas! jaja.

y qué linda que venía tu historia... "clara" definitivamente es un lindo nombre. o al menos prometedor... una pena, realmente.

Alexis dijo...

La dislexia conspira contra el amor, es tremendo.

· · · l u i g i · · · dijo...

mi cara conspira contra el amor...

Roberto dijo...

Las tangas y las trusas conspiran contra el amor, algunas a favor, otras en contra.

· · · l u i g i · · · dijo...

quedo como un boludo si pregunto qué son las trusas?

Gabriel Garcia Sagario dijo...

excelente!

· · · l u i g i · · · dijo...

muchas gracias! y bienvenido a grageas!