-Hola.
-Hola… ¿Te conozco?
-¡Obvio! ¡Soy yo! ¡Mejor dicho, soy vos!
-¿Qué? ¡Yo soy yo!
-Ok. Pero yo también soy vos. O sea: soy yo.
-Andá a cagar.
-Andá a cagar vos. Te digo “hola” y me mandás a cagar…
-No me decís “hola” simplemente… Me venís con un planteo extraño…
-Sos un idiota. No es un planteo extraño. Hace años que venimos hablando, y ahora te hacés el que no me conocés. Bah… Te hacés el que no te conocés.
-¿Ves? No sé de qué hablás.
-¿Día complicado?
-No. Para nada. Día bárbaro el mío. Hasta que apareciste vos…
-¿Decís que te cagué el día?
-No lo digo, pero es evidente que sí.
-Ahhhh… Buenísimo…
-¿Y eso que quiere decir?
-No sé. Pero creo que se me fueron las ganas de hablar con vos.
-¡Genial! Yo nunca tuve ganas de hablar con vos.
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