Ayer me apreté el dedo pulgar de la mano izquierda con la puerta de un auto. Dolió. Mucho. Lágrima incluida. Las horas han pasado alternando entre dolor, olvido y recuerdo al realizar alguna tarea banal. Por ejemplo, al intentar abrir un refresco. O al utilizar un control remoto. Pero cuando más sufro es al tener que manipular el calzoncillo para hacer pis.
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