Acaba de pasar un tipo por la calle cantando lo que parecía ser una vieja cumbia. Su voz me resultó muy parecida a la del Fata Delgado. Iba entre cantando y gritando, y me arriesgaría a afirmar que estaba alcoholizado. Casi me asomé a la ventana para comprobar si efectivamente era. Preferí mantener la duda. A los ídolos hay que cuidarlos. Ponele.
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