Ayer fui a comprar una Coca a la almacén. Ya que estaba, compré además de la Coca un Pico dulce y un Hamlet. El que me atendió es un buen ejemplo de alguien con buena onda, de esos que te cruzas en la calle y lo saludás con gusto, y no necesariamente por compromiso.
La almacén queda a la vuelta de casa, por lo que iba con la tranquilidad de alguien que presume que nada malo puede pasar en menos de 100 metros a la redonda de su casa. Tal vez, ahora que lo pienso, haya vuelto medio que a los saltitos y hamacando la bolsa con las compras. No sé. Cuando compro Coca me cambia el humor.
Al doblar la esquina, la maldita bolsa se rompe. La Coca empieza a rodar calle abajo, pero previamente cae de culo sobre mi pobre y semi descalzo pie. El cuento sigue y me incluye a mí corriendo tras la botella de mierda, perdiendo el Pico dulce en el camino y otras cosas igual de idiotas. En fin: te odio, hombre de la almacén que me da bolsas falladas.
1 comentario :
esto prueba tu post anterior "la felicidad dura un instante", je,
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