Hace años que no escribo. No me refiero a la vida, sino a Grageas. Laburo de redactor creativo. O sea… Estoy escribiendo constantemente. Pero cosas que me mandan. No tan así, pero bueno. Escribo guiones, gacetillas de prensa, chivos, avisos de prensa, etc. Pero hace tiempo que no escribo cosas personales. Y hoy, cuando fui a buscar la ropa a Burbujitas, me vinieron ganas. Resulta que me quedé hablando con la doña (hace años que me lava la ropa y no sé su nombre… bueno… que me lava… es un decir… que me le pone perfumito y me la dobla) sobre una estupidez. Y sí. ¿Sobre qué otra cosa me podía quedar conversando? Yo le pregunto “cómo está”. Ella me responde que “bien, esperando ganar el 5 de oro”. “Pah, sí. Yo también”, le contesto. “El problema es que no juego”, añadí. “Sí, sí. Yo tampoco”, adhirió. Y la charla siguió. Estupideces, insisto. Pero yo mientras pensaba que debía recordar cada parte del diálogo para transcribirlo y hacer un nuevo post. Pero tá. Llegué a casa, me preparé un whisky con coca y olvidé completamente la charla. Es más. Ni me acuerdo si era acerca del 5 de oro o de la Quiniela. Ella dijo algo acerca de la fecha del cumpleaños de alguien, pero no de 5 personas, así que supongo que ella quería jugar a un solo número. No sé. Es más. No importa. Lo que se mantuvo en mí fue la sensación de querer escribir. Y acá estoy. Escribiendo. Estaba bueno esto. Voy a rellenar el vaso, ordenar un poco mi cabeza y escribir un post con sentido.